«—La Humanidad no tuvo su origen en este planeta. Nuestros antepasados llegaron de un mundo, no distante e inexistente, cuando sobre nuestro suelo no habitaban más que animales salvajes.
»Dios hizo al hombre, ¡pero no aquí!
Esto había sido sensacional. Sir Walter se había podido recrear en la expectación de su ilustre auditorio, compuesto por los más preclaros talentos del mundo entero. Aquél había sido un gran día.
»—Yo lo puedo demostrar — continuó diciendo, seguro de sí mismo, erguido y solemne — ¡y lo demostraré, si me dais vuestro apoyo! Las huellas dejadas por nuestros antepasados están ahí. Las fotografías que os he mostrado fueron tomadas en Ceres y Vesta... ¡Y no existe la menor duda, pese a los milenios transcurridos, que esos dos planetoides formaron parte de un mundo común, del cual se desgajaron, a consecuencias, probablemente, de una intensísima explosión termonuclear, aunque no descarto una colisión interplanetaria!»
Aquello era la parte débil de su teoría. Y precisamente, lo que el Profesor Onsby se proponía explorar, constatar y aclarar.